“Quizás pueda parecer exagerado, o presuntuoso, pero ya en los lejanos 60 –cuando no se pronunciaba la palabrita mágica y el celebrado Martin Parr era todavía un niño– yo sabía que un fotolibro no era un libro con fotografías bien encuadraditas y cada una por su propia cuenta, sino que se trataba de un raccontoa través de las imágenes. Sabía que la esencia del fotolibro es la narración y que a través de su propio lenguaje visual construye una historia. Así me lo había descrito y explicado Paul Strand viajando desde los frailejones de los Andes venezolanos hasta el crudo horizonte de las torres de los balancines que chupan el petróleo en el Lago de Maracaibo” (Paolo Gasparini, “Mi pequeña foto-libre historia de los fotolibros”).
Alejandro Sebastiani Verlezza
Y Gasparini al teléfono: la presentación de Andata e ritorno en Paris Photo –el pasado 8 de noviembre, en el stand de RM– tuvo buena receptividad. Conversó con Martin Parr: el fotógrafo y editor de The protest Box –en el que está incluido otro fotolibro del goriziano: Para verte mejor, América Latina– lo felicitó por su nueva edición y se encargó de enviar una copia a la galería Tate de Londres. Gasparini, en el encuentro, no dejó de recordarle a Parr la divertida provocación que empleó para comenzar su historia (“ya en los lejanos 60 –cuando no se pronunciaba la palabrita mágica y el celebrado Martin Parr era todavía un niño– yo sabía que un fotolibro no era un libro con fotografías bien encuadraditas y cada una por su propia cuenta, sino que se trataba de un racconto a través de las imágenes”).
El 15 de noviembre se hizo la segunda presentación de Andata e ritorno, pero en la galería Studio Faganel de Gorizia. Conversaron con Gasparini Cristina Feresin –periodista que ejerce la crítica de arte– y Marco Menato, el director de la Biblioteca Statale Isontina. Familiares, amigos y paisanos acompañaron el nuevo “ritorno”. Y pronto, se sabe, en esta suerte de tour, habrá otra celebración más, pero en Madrid. Después de todo una buena parte de Andata e ritorno también pertenece a esta ciudad (el fotolibro se imprimió con Brizzolis), así como a Caracas y a Gorizia, desde luego. Para volver al Gran Palais, en la feria parisina no faltaron las usuales preguntas y las inesperadas suspicacias. Refiere Gasparini las más insistentes: “Paolo, ¿por qué un libro tan grande?” Y el fotógrafo, entusiasmado, irónico: “¡Para que te entre en la conciencia!”. A lo que solían ripostarle: “¡Pero yo pago impuestos!”. Bromas aparte, la evocación que hace el fotógrafo de su pequeña historia –“con sus benditos fotolibros y todo”– rescata del anonimato –hasta para muchos lectores italianos– a Renzo Chini (1920-1998). El autor, oriundo de Calci, provincia de Pisa, publicó Il linguaggio fotográfico. En esta obra alude a la obra de Gasparini. Menato –para los buscadores de rarezas– refiere las coordenadas del libro (Torino, Società Editrice Internazionale, 1968).
Gasparini se encontró con Chini a través de Paul Strand (de nuevo, el maestro, su mediación benéfica). Y por esos días italianos el propio Chini le entregó al goriziano una copia mecanografiada de su intervención en el Congreso de las Ciencias y las Artes en Torino. Allí –era el año 1965– dijo Chini: “El fotolibro es un género expresivo como lo son la comedia, el cine, el cuarteto, etcétera”. Y Gasparini, hoy, una vez cumplido el tránsito de París a Gorizia, agrega al respecto con admiración y agradecimiento: “era la primera vez en Italia –seguro– que se habló del fotolibro…y quizás en el mundo”.
Chini –refiere Gasparini– desarrolló en su trabajo una veta teórica, histórica, pero luego hizo documentales sobre Mayo del 68 y sus barricadas. Organizó fotoclubes en Piombino (Livorno), donde fue maestro de escuela desde muy joven. Chini practicó la fotografía y algunos de sus ensayos, siempre acompañados de imágenes, están disponibles en la Rivista di Storia e Fotografia (pertenece a L’Archivio Fotografico Toscano). Entre 1981 y 1983 –refiere en 2007 el diario Il Tirreno– hizo una serie fotográfica que años más tarde se expuso –catálogo incluido, con textos suyos– bajo un cálido y local título: Ritratti piombinesi. La publicación livornesa refiere otras obras de Chini: Prove di fotologia y Storia, técnica e critica della fotografia. Y, para mayores señas, un amigo del autor, Pino Bertelli –situacionista italiano– le dedicó un libro: L’uomo con la fotocamera: lettera a Renzo Chini (La Bancarella Editrice, 2006).
Coda (sirva como avance para la segunda parte de “El baúl mundo de Paolo Gasparini”): a propósito de las derivas situacionistas, si el ojo cumple una y otra vez su “paso ininterrumpido” –Debord dixit– por cada una de las páginas de Andata e ritorno, en complicidad con los movimientos plásticos e imprevisibles de la imaginación, bien puede decirse que este fotolibro puede hacer evidente más de una secuencia cinematográfica. Y en ellas van incluidas, cómo no, las muy insoportables –y actualísimas– “ofensas del poder”.