Este libro reafirma la idea de coautoría que se comenta en sus propias páginas: la investigación y el análisis expresa, a través de palabras e imágenes construidas, la idea inicial. El diseño a favor de la investigación plantea varias hipótesis sobre cómo el contenido se convierte temporalmente en forma de libro y, a su vez, la forma de la tipografía toma decisiones convenientes para cadencias de la lectura y conexiones de lo literario. La fotografía reproduce y traduce en imágenes digitales cientos de libros por dentro y por fuera.

Sagrario Berti: Fotografía impresa en Venezuela.

15 • abril • 2019

Primeras notas luego de re-ver el libro impreso y algunas consideraciones (a priori) de diseño

Ricardo Báez

 

En el año 2010, Martin Parr y Horacio Fernández (por separado) visitan Caracas
para continuar con investigaciones asociadas al fotolibro latinoamericano.

En 2011, Horacio Fernández publica El fotolibro latinoamericano en inglés, español y portugués.

El 11 de diciembre de 2013 se realiza la primera reunión en torno al interés asociado a libros de fotografía producidos en Venezuela.
A esta reunión asistieron varios interesados en el tema: Paolo Gasparini, Álvaro Sotillo,
Luis Molina-Pantin, Aixa Sánchez, Miguel Osío, Sagrario Berti, Ricardo Báez, entre otros.
Algunos de ellos fueron de gran apoyo para la realización de este libro y un par lo empujaron hasta el final.

 

Fotografía impresa en Venezuela es un libro cuya existencia sería imposible en formato digital. Su diseño se resiste a ser solo un documento de lectura visual, ya que parte de su significado profundo busca expresar, a través de su objetualidad, todo el peso de la tradición de diseño que contiene esta historia, y cuando digo historia podríamos utilizar los dos términos anglosajones que refieren relato e historia: story y history. Es un libro de historia y es un libro que relata varias historias: la historia de un país, la historia de la fotografía, la historia del diseño gráfico y una historia que comprende todo lo que envuelve la dinámica editorial. Es un libro muy «impreso», muy «físico», necesita contacto físico para ser entendido y apreciado. Todas las decisiones de diseño hablan de lo material que debe ser un libro.

Las imágenes que ilustran la historia se imprimen en muchas escalas de grises. Se suprime su color original para ver todos los libros en el mismo tiempo –no al mismo tiempo–, todos con la mirada del presente, el año 2019. No verlos como fueron originalmente (si pudiéramos imaginar la forma en que fueron vistos), para no asociar su color original con la tendencia cromática de la época. El duotono, a pesar de ser una decisión económica (por cantidad), se asienta más como una decisión de carácter conceptual (por calidad).

Al producir un libro siempre está presente el cuestionamiento del diseño contemporáneo (local y universal): ¿Qué es el diseño editorial? ¿Qué es el diseño editorial local? ¿Qué es el diseño editorial universal? Fotografía impresa en Venezuela intenta prescindir de «efectos especiales», pero sí ha necesitado, en cambio, estar cargado de distintos ambientes de diseño que responden por completo a su contenido.

¿Por qué NEGRO y por qué no BLANCO? ¿Por qué BLANCO y por qué no NEGRO?

La acción de cubrir la superficie de la página, originalmente BLANCA, contempla varias funciones:

  1. El espacio del libro es habitado por la tinta (negra) que lo limita y lo expande.
  2. Demarcar los límites del formato (libro) para mostrar un libro dentro de otro.
  3. El formato libro sirviendo de soporte para mostrar otro de su misma especie. La decisión tautológica de mostrar un libro dentro de otro. El juego de la reflexión infinita de los espejos enfrentados. El libro tautológico o el libro del pleonasmo es una nueva sección en las librerías de culto.
  4. Un fondo negro pareciera pertenecerle al universo (digital), pero al ser impreso produce contrastes.
  5. El color negro resalta la página (usualmente) blanca del libro.
  6. El color negro es oscuridad y el libro originalmente era «iluminado». El libro es luz.
  7. Los libros dispuestos sobre fondo negro parecieran ser parte de una película fotográfica positiva o negativa, entonces aún son matrices de ideas que nacen desde la fotografía para convertirse en otra cosa de nuevo. Por ejemplo, en libros.

La «costra» estampada en la portada y en la contraportada son «imágenes para tocar» (así como los libros de fotografía o los fotolibros) y también son heridas de una de las historias: la del país. Una reina pepiada y un saqueo. Dos elementos que intentan representar los dos bloques que la autora plantea para entender esta historia múltiple: 1. El Estado decide qué editar; 2. Los autores editan.

La estructura de Fotografía impresa en Venezuela es una biblioteca llena de información muy valiosa nunca antes reunida en un mismo lugar. Una biblioteca repleta de imágenes que a pocos les interesan. Los libros dentro de esa biblioteca ahora se muestran en anaqueles como iconos (o thumbnails) en la infinita búsqueda de Google, un dato más para el que colecciona imágenes o para el que en verdad desea estudiar el tema.

Fotografía impresa en Venezuela intenta cumplir con dos aspectos del origen del libro (del primer libro): transmitir información y ser un detonador de los sentidos. La página se ve / La página se oye / La página se toca / La página huele y la página gusta o no gusta.

Fotografía impresa en Venezuela es un catálogo con características de libro. El orden y la cantidad son importantes en la historia, en todas las historias (de esta historia).

Si configuramos secuencialmente páginas de distintos libros, creamos a partir de muchas historias una nueva historia. Fotografía impresa en Venezuela es una nueva historia. Una historia que termina (algunos dirían que comienza) con estantes vacíos y con libros apilados como cadáveres. El color negro también es LUTO.

Este libro reafirma la idea de coautoría que se comenta en sus propias páginas: la investigación y el análisis expresa, a través de palabras e imágenes construidas, la idea inicial. El diseño a favor de la investigación plantea varias hipótesis sobre cómo el contenido se convierte temporalmente en forma de libro y, a su vez, la forma de la tipografía toma decisiones convenientes para cadencias de la lectura y conexiones de lo literario. La fotografía reproduce y traduce en imágenes digitales cientos de libros por dentro y por fuera. Se manipulan y distorsionan positivamente las imágenes fotográficas para adaptar sus características digitales a una salida impresa. Todo un equipo especializado refina datos y estructuras gramaticales para el mejor entendimiento del destino final: los lectores. Se produce una pesada matriz digital que contiene masas de información que se transformarán en tinta y papeles apilados todos en un bloque que definirá la manera en que el contenido será leído. El libro en general es un acto de coautoría absoluta, aunque todas las partes se nieguen a afirmarlo: las decisiones de todos están compactadas en un mismo objeto y el lector lo verá como producto de una sola decisión.

En octubre de 2018 Steidl publica Czech & Slovak Photo Publications 1918-1989 y en diciembre del mismo año Horacio Fernández lidera un equipo local que publica Una revisión al fotolibro chileno. En enero de 2019 se publica Photobook Belge 1854-Now, a pesar de que se predice la saturación del mercado en relación con los libros de referencia asociados a fotolibros. En febrero de 2019 se publica Fotografía impresa en Venezuela, la primera investigación que se produce en la región realizada con actores completamente locales.

Agradezco a la autora, Sagrario Berti, por confiar en mi trabajo y en el suyo. Un trabajo que va más allá de la forma, un trabajo que nace completamente de la pasión y la curiosidad, del conocer aún más, de ver «más acá que de allá», de «dejar atrás lo lejano» y de aún mantener el amor por los libros en este «asfalto-infierno».

13.03.19.
Agradezco la ayuda de Alberto Márquez para la estructuración final de este texto.

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